Demasiado
Demasiado
Por: Sonia.
Aunque vi esos mensajes, ella seguía tierna y dedicada a mí como siempre, ¿eso era posible?
Por: Sonia.
Aunque vi esos mensajes, ella seguía tierna y dedicada a mí como siempre, ¿eso era posible?
Sentía sus “te amo” como un veneno que me
sedaba para abrirle paso al dolor, su cuerpo al hacer el amor vibraba de la
misma manera, ¿así lo hacía con las otras?
Comencé a portarme cariñosa, pendiente de
cualquier señal. Pero no, ¿y si todo era una alucinación mía?
Esa noche le llegó una llamada, respondí:
-
Hola, amor- dijo la
voz detrás del teléfono.
“¿Amor? ¿Quién la llamaba así?”- pensé y colgué.
Me horroricé de pensar que la había perdido
para siempre, ella ya no era mía, ahora su cuerpo, su mente, su esencia… era
compartida con alguien más, su alma, su fragilidad ya no estaban para mí.
No dije nada, pero me volví insegura y la
hostigaba con mis celos, la presioné tanto que ella decidió pedirme un tiempo.
Supe que ese era el final.
Empacó y se fue de regreso con su tía. Iba a
buscarla siempre y la encontraba afuera de su casa, le llevaba flores,
chocolates, regalos, esas cosas que nunca le di cuando estaba conmigo.
Poco a poco fui notando que el brillo en sus
ojos al verme se fue apagando. Aquel amor que me regalaba sin pedir nada se iba
agotando gradualmente.
Me arrodillé y le pedí perdón, ella me abrazó
y me ayudó a levantarme:
-
Ya no, lo siento-
posó sus labios en mi frente y se fue.
El día de su cumpleaños la esperé desde
temprano afuera de su casa, le llevaba un anillo y una flor, le pediría que
fuera mi esposa.
La vi bajarse de un auto y se acercó a la
puerta, me miró y se sorprendió.
-
¿Tú? ¿Qué haces
aquí?- dijo
La abracé y se soltó, alguien la llamó por su
nombre:
-
¿Todo bien?- era otra
chica.
-
Sí amor- respondió
ella e inmediatamente noté ese brillo en sus ojos, pero ya no era para mí.
Ahora era a ese alguien a quien le regalaba
sus risas y besos, la dicha de su intimidad.
La perdí para siempre y comprendí que cuando
quise buscarla ella ya no estaba, apenas me percaté que siempre estuvo a mi
lado soportando mis desplantes, ausencias, caprichos, reclamos, pesares y
malestares.
Ella siempre estuvo ahí; fiel a mí, fiel a un amor que le profesaba sin entenderlo muy bien, se mantuvo firme y no cedió aún cuando las lágrimas eran recurrentes en su rostro.
Hasta que alguien secó esas lágrimas, notó que ella era invaluable y que su presencia estaba llena de amor, calor y mucha pasión. Ese alguien logró cautivarla y ella le mostró su alma, se la entregó. Ese alguien no titubeó, la aceptó y llenó de mimos y atenciones, de cariño y caricias... de amor.
Ella siempre estuvo ahí; fiel a mí, fiel a un amor que le profesaba sin entenderlo muy bien, se mantuvo firme y no cedió aún cuando las lágrimas eran recurrentes en su rostro.
Hasta que alguien secó esas lágrimas, notó que ella era invaluable y que su presencia estaba llena de amor, calor y mucha pasión. Ese alguien logró cautivarla y ella le mostró su alma, se la entregó. Ese alguien no titubeó, la aceptó y llenó de mimos y atenciones, de cariño y caricias... de amor.
Decidí no buscarla más, me fui de ese lugar
completamente destrozada y lancé la flor a la basura. El dolor se apoderó de
mi, el remordimiento fue mi cotidianeidad, maldecía el haber perdido algo tan
puro como el amor que ella me ofrecía sin pedir nada a cambio, esa
desinteresada compañía, esa mujer sensible que daba todo por dibujarme una
sonrisa. Alguien más la supo valorar y cautivar.
Nunca supe lo que ella valía para mí hasta el
momento en que la vi con otra.
Jamás me perdoné tal error.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Hola!
¿Te gustó la historia? Me encantaría saber tu opinión :D